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EL IMPÍO SE ENALTECE

  • Foto del escritor: Pr. Herman Gajardo Pastén
    Pr. Herman Gajardo Pastén
  • 8 dic 2022
  • 2 Min. de lectura

“35. Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde.

36. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado.”

Salmo 37:35-36


El orgullo y la soberbia es el problema del impío, del pecador, del que está lejos de Dios, pues su actuar está enfocado sólo en querer ser mejor que los demás y de esa manera sobresalir, hacerse notar, lograr fama, y de esa manera se enaltece a si mismo, y por lo mismo tiende a despreciar a los demás, a humillarlos, a mirarlos en menos, a no confiar en nadie, a subestimar incluso a su propia familia, y se aísla, no acepta opiniones diferentes a las de él, o sea, el versículo 35, que leemos hoy, habla con total exactitud y conocimiento, al decir: “Vi yo al impío sumamente enaltecido”, enfatizando que las Sagradas Escrituras, se oponen tenazmente al orgullo, a la soberbia, al que se enaltece, y enseña que lo que Dios aprecia es la humildad, el humillarse ante el Señor y su Palabra.


El mismo versículo 35, en relación a que el impío se enaltecía, agrega: “Y que se extendía como laurel verde”, o sea, este pensamiento del impío se multiplica, y abarca a una gran cantidad de personas, es como si el mundo aceptara este planteamiento como algo bueno, y muchos lo adoptan y lo asumen como enfoque de vida, pero están equivocados. Luego el versículo 36 nos dice: “Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado”, dándonos a conocer que los impíos pasarán, ya no serán más, se diluirán, los buscaremos y no los hallaremos. Por lo cual, podemos pensar, y con certeza, que la Palabra de Dios se cumplirá, y los que hemos optado por creer y obedecer los mandamientos y preceptos divinos, recibiremos nuestro galardón con toda humildad.


Pr. Herman Gajardo P.


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