NO ME ECHES DE DELANTE DE TI

“7. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.

8. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.

9. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

10. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

11. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.

12. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.”

Salmo 51:7-12

El Rey David escribe este Salmo, profundamente arrepentido y afectado por las consecuencias de su pecado, y en este escrito derrama su corazón delante del Señor, implorando su perdón, reconociendo su culpa, y apelando a su misericordia, pidiéndole al Señor que lo purifique con hisopo, que lo lave y lo deje más blanco que la nieve, que pueda volver a oír gozo y alegría, de manera que sus huesos abatidos puedan volver a recrearse.

Luego, en su plegaria, le pide al Señor que no mire sus pecados, que borre sus maldades, que cambie su corazón por uno limpio, que renueve un espíritu recto dentro de él, que no lo eche de delante de su Presencia, que no quite de él su Santo Espíritu, que le devuelva el gozo de su salvación, y que un espíritu noble lo sustente… realmente el corazón de David estaba desgarrado, y escribe con lágrimas, totalmente contrito y humillado ante el Señor.

Quizás muchos de nosotros al darnos cuenta de nuestros pecados, y de nuestra maldad impregnada en nuestra vida, no tenemos las palabras adecuadas para acercarnos al Señor, y reconocer nuestros errores y pedirle perdón, arrepentidos de nuestro mal proceder, por lo cual hoy nos aferramos a la actitud del Salmista y la tomamos como un referente de un corazón arrepentido y anhelante del perdón de Dios y de volver a disfrutar del gozo de su salvación y de su Presencia.

Pr. Herman Gajardo P.