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  • Foto del escritorPr. Herman Gajardo Pastén

OBEDIENTE HASTA LA MUERTE

“7. sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

8. y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Filipenses 2:7-8


En estos versículos que leemos hoy, el apóstol Pablo continúa hablándonos y enseñándonos acerca del glorioso sacrificio que, por amor a nosotros, hizo nuestro Señor Jesucristo, el cual era el Mesías que hablaban todas las escrituras, era el Cristo anunciado por todos los profetas, era el Emanuel, que significa Dios con nosotros, o sea, era Dios mismo viviendo entre nosotros, pero no le reconocieron como tal, incluso el apóstol Pedro, el cual había recibido directamente del Padre acerca de quién era Jesús, cuando Él les preguntó, y Pedro dice “tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”, pero cuando Jesús es apresado para darle muerte, él niega conocerlo, y no una vez, sino tres veces, pero cuando Jesús resucita, un ángel les dice a las mujeres que le avisen a los discípulos, y también a Pedro (Marcos 16:7).


Lo que hizo el Señor Jesucristo es un claro ejemplo de demostración de amor extremo, sublime, maravilloso, los versículos de hoy dicen: “sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, Jesús experimentó en su condición de hombre, todo aquello que nosotros no podríamos hacer o soportar, pero Él lo hizo por nosotros, Él se puso en nuestro lugar, en nuestra condición. Obediente hasta la muerte.


Pr. Herman Gajardo P.


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