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  • Foto del escritorPr. Herman Gajardo Pastén

AFANADO Y TURBADO


“38. Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.

39. Ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.

40. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

41. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.

42. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

Lucas 10:38-42

La Biblia contiene numerosas enseñanzas acerca del afán y de la ansiedad, y de cómo nos hacen perder de vista lo verdaderamente importante. En los versículos leídos nos encontramos con una situación que Jesús usó para enfatizar y dejarnos como enseñanza acerca de cual debe ser nuestra disposición si Jesús está en casa.

Marta invita a Jesús a su casa y se esmera en los quehaceres propios hogareños, para poder atender bien a la ilustre visita, sin embargo su hermana María se había sentado a escuchar a Jesús, lo cual indigna a Marta y conmina al propio Señor para que le haga ver a María que ella necesita ayuda.

Quizás a nosotros nos pasaría lo mismo que a Marta, pues siempre se nos ha enseñado cuáles deben ser nuestras prioridades y eso hacemos, hasta que un día llega Jesús a nuestro hogar, a nuestra vida y algo realmente excepcional sucede con nuestros normales quehaceres y prioridades.

“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas... pero solo una cosa es necesaria... y María ha escogido la buena parte... y no le será quitada”... tremendo golpe a nuestras tradiciones, a nuestra religiosidad, a nuestra mentalidad, a nuestra forma de ser. A veces no nos damos cuenta de cuán ocupado, afanado, y equivocado, turbado, estamos, hasta que Jesús mismo nos raya la cancha y nos enseña cual debe ser nuestra prioridad: escucharle a Él, y aprender de Él, dándole el tiempo, el esfuerzo, y obedecer sus principios. Hasta ser uno con Él.

Pr. Herman Gajardo P.

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