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JOVEN FUÍ, Y HE ENVEJECIDO

  • Foto del escritor: Pr. Herman Gajardo Pastén
    Pr. Herman Gajardo Pastén
  • 1 dic 2022
  • 2 Min. de lectura

“25. Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

26. En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.”

Salmo 37:25-26


Cuando David escribió este Salmo, seguramente ya era un anciano, por lo cual, sus experiencias de vida eran de mucha sabiduría, pues había aprendido a confiar en Dios, a depender solo de Él, y con toda certeza sus nobles consejos son para tomarlos en cuenta en nuestra vida. En el versículo 25, que leemos hoy, dice: “Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan”, y aquí podemos entender que durante toda su vida, desde que era un muchacho, y hasta que las canas le comienzan a llegar, jamás en su vida pudo ver a un justo desamparado, honrando así al Señor, pues es Dios quien cumple su promesa de cubrir, proteger y sustentar a sus justos, y además incluye a su familia, a sus hijos, a su descendencia, la cual también es bendecida, pues nunca les faltará nada. Dios cumple su Palabra de bendición.


En el versículo 26, David ratifica lo que hace Dios con sus hijos, con aquellos que han creído en Jesucristo, y le han recibido como Señor y Salvador, y ahora viven de acuerdo a sus enseñanzas, y nos dice: “En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición”, Gloria a Dios..!!, hemos aprendido que Dios es misericordioso, y como hijos de Él, su misericordia ahora es parte de nosotros, y mostramos piedad y mansedumbre para con los necesitados, y prestamos, pues todo lo que tenemos es porque Dios lo ha puesto en nuestras manos, y debemos ser de bendición a nuestro prójimo, y no solo nosotros, sino también nuestros hijos, por lo cual debemos ser referentes de su gracia, de su bondad, de su misericordia, y de su amor.


Pr. Herman Gajardo P.


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